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La guerra franco-prusiana empezó en julio de 1870 y terminó en septiembre de 1871. Supuso el final del Segundo imperio napoleónico. En solo un año de contienda dejó tras de sí cerca de 200.000 soldados muertos y más de 500.000 civiles fallecidos.

La Primera Guerra Mundial de 1914 a 1918 iniciada con el ultimátum del imperio austro húngaro al reino de Serbia provocó más de 10 millones de muertos y más de 20 millones de heridos.

El 1 de septiembre de 1939 Hitler invadió Polonia lo que hizo que Reino Unido y Francia le declararan la guerra, dando paso a la Segunda Guerra Mundial, estimándose en 60 millones el número de víctimas mortales, europeas o no.

Entre 1870 y 1945 las políticas belicistas y los nacionalismos provocaron la devastación y la ruina física y económica del continente europeo.

El 9 de mayo de 1950, cinco años después del final de la guerra, el ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Robert Schuman, pronunció su famosa declaración. «La agrupación de las naciones europeas exige que la oposición secular entre Francia y Alemania quede superada… con este fin el Gobierno francés propone que se someta el conjunto de la producción franco-alemana de carbón y de acero a una Alta Autoridad común, en una organización abierta a los demás países de Europa».

El mensaje era valiente y rotundo. No más guerras entre europeos, no más uso de la industria para destruirse mutuamente. Nunca más dejar que los nacionalismos impusiesen su ley en Europa. El proyecto económico era en realidad un ambicioso proyecto político en el que los Estados iban a tener que poner soberanía en común y renunciar a la unilateralidad.

Todos los nacionalismos son incompatibles con el proyecto de la Unión Europea. Da igual que sea nacionalismo español, catalán, húngaro, polaco, bávaro o irlandés. El nacionalismo es por definición supremacista y excluyente.

El proyecto europeo construye su seguridad y su progreso económico a base de democracia, Estado de derecho y libertad. «La unión cada vez más estrecha entre los pueblos de Europa», como figura en el Tratado de la UE implica renunciar a separar o a romper.

En 75 años (de 1870 a 1945) Europa sufrió más de 70 millones de muertos por culpa de los nacionalismos. En 74 años (de 1950 a 2024) no ha habido guerras ni víctimas mortales en el territorio de la UE. ¿Acaso no es este dato revelador de una verdad incuestionable? La Unión Europea es garantía de paz.

Como dijo el exministro Moratinos en su excelente conferencia organizada por el Cercle d’Economia y el Movimiento Europeo de Baleares «en un mundo pequeño, los países europeos eran grandes, pero en un mundo grande los países europeos son pequeños».